Beta 21: el auge del Quartz en los setentas

A finales de la década de 1960, 20 marcas suizas se unieron en un consorcio para desarrollar la tecnología del cuarzo. El resultado: el Beta 21, una fuente de inspiración para la creación de piezas extraordinarias

Beta 21
Beta 21, una fuente de inspiración para la creación de piezas extraordinarias.

Los relojes de cuarzo Beta 21 de la década de 1970 han quedado en una relativa oscuridad. Sin embargo, su lanzamiento marcó el inicio de una revolución en el diseño de cajas y condujo a la creación de algunas de las piezas más extraordinarias de la relojería.

BETA 21: EL ORIGEN

Beta 21 llevaba el segundo movimiento de reloj de cuarzo que se produjo, lanzado cuatro meses después de que el Quartz Astron, de Seiko, consiguió la corona.

Seiko ya tenía historia en la cronometría de cuarzo y había producido grandes relojes para observatorios astronómicos, pero los suizos hicieron lo que saben hacer mejor y formaron un comité.

El grupo creador, conformado por ingenieros de varias marcas, compañías de electrónica y académicos, asentado en Neuchâtel, fue nombrado Centro Electrónico Relojero (CEH, por sus siglas en francés).

En 1967 creó el Beta 1, el primer reloj de cuarzo de pulsera, pero sólo una reducida serie de cinco prototipos.

SÍMBOLO DE UNA ÉPOCA

Los relojes mecánicos siempre se habían vendido con la premisa de que mientras más pagabas por él más preciso sería. Mientras más tiempo hubiera pasado el fabricante ajustándolo, más exacto sería.

Si se considera además que las compañías estaban decididas a recuperar sus inversiones, es fácil comprender por qué los Beta 21 eran relojes sumamente caros.

Tal vez el diseño más radical provino de la más convencional de las firmas, Patek Philippe, cuyo reloj sólo se fabricó en oro amarillo o blanco.

Parecían dos piezas ovaladas unidas en torno a un marco cepillado y un delgado borde pulido alrededor de la carátula azul, un cambio radical para la marca.

Complementaba esta moderna apariencia un cristal de zafiro perfectamente plano, el primero de esta compañía.

IWC Y ROLEX

IWC fue aún más radical en su versión del Beta 21: el Da Vinci. De forma horizontal y hexagonal, no tenía asas visibles y el brazalete integrado fluía directamente hasta la caja.

Su diseño resultaba audaz para una compañía tan sobria y empleó una carátula azul debajo del primer cristal de zafiro de la firma. Un modelo posterior de IWC, llamado International, fue de diseño mucho más formal que el Da Vinci y de figura más vertical.

Por su parte, fue Rolex quien presentó el diseño más conservador en su reloj Beta 21: Rolex Quartz.

A diferencia de los dos anteriores, utilizó la convencional carátula redonda, cristal de zafiro y su característico bisel fresado. Sin embargo en comparación con diseños en los que usó el bisel fresado, Rolex Quartz no era sumergible.

El Rolex fue por mucho el más exitoso de los tres y se vendieron mil piezas, 80 por ciento de oro amarillo.  Sin embargo, para Rolex mil relojes representan un fracaso y por ello este reloj apenas es mencionado en la historia de la compañía.

LA TRANSFORMACIÓN: LONGINES Y RADO

Las compañías más pequeñas tomaron una dirección totalmente opuesta.

Longines, por ejemplo, optó por rotar el movimiento 45 grados, como resultado, la corona y el fechador estaban ubicados a las 4.30.

Pero eso no fue nada comparado con la carátula de plata cepillada de dos tonos, el bisel plateado del contador de minutos y los grandes indicadores tridimensionales en forma de diamante sobre la carátula.

Las palabras “Quartz Chron” a las seis en punto separadas por recuadro de laca azul y manecillas facetadas paralelas de superficie pulida, e insertos de tritio.

Rado fue un paso más allá con una sencilla caja rectangular de esquinas redondeadas y una abertura octagonal con una mezcla de lados rectos y curvos que revela la carátula más audaz de cualquiera de los relojes Beta 21.

Hecha de una delgada lámina de lapislázuli, tenía los indicadores de horas agrupados en bloques de tres, conectados por una delgada banda de acero.

Todos los relojes Beta 21 son utilizables hoy en día. Son grandes y sus cristales de zafiro los hacen parecer contemporáneos. Además, sus movimientos tienen una enorme ventaja sobre las versiones modernas de cuarzo: el segundero no avanza cada segundo, sino que se desliza suavemente alrededor de la carátula, justo como un reloj mecánico.

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